Sábado 15 Noviembre 2025

Ezequiel 7 - 9; Hebreos 9

LECTURA DIARIA

Hebreos 9:11-12, 14-15, 24-26

Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.

Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

"La presencia de Dios hoy no se retira por debilidad humana, porque Cristo abrió un camino que no depende del desempeño, sino de Su sangre perfecta. La culpa que paraliza no viene de Dios, porque Hebreos 9 dice que la sangre de Cristo limpia la conciencia para que la persona pueda acercarse sin miedo ni vergüenza. La distancia ya no existe para quien mira a Cristo, porque Él entró al Lugar Santísimo de una vez y para siempre, y su acceso ahora es el nuestro. Y la marca hoy no es juicio, es gracia: no en la piel, sino en el corazón, donde Dios escribe Su pacto y forma una vida sensible a Su voz, y no a las circunstancias y distracciones de este mundo".